…y fue ahí en esa pesadilla, donde me encontré
empapada de lluvia y desorientada.
El viento mojado me pegaba fuerte por la
espalda y me empujaba hacia la quebrada de los ecos para que que gritara.
Fue entonces que padecí el dolor que se
sufre cuando se entumecen las manos y los pies con la siniestra escarcha por
alguna adversidad pasada.
Entre fundamentos cansados, y consignas vacías
de sentido, quedados de un lado o del otro de la misma tragedia, estaba la
brecha. Una brecha sin esperanzas de luz, en la que se entrecruzaban
nostalgias, flotando como puestas en escena de una historia
olvidada…
Finalmente, todos estábamos allí,
acorralados en medio de una guerra chiflada, en la que solo se podía perder, la
cordura, el alma.
Fue entonces que lloré… Y que después, me
consolé pensando que estaba soñando, que ese no era mi mundo.
Que podía despertar y darme cuenta.
Que solo se trataba de un sueño. Un sueño
despierto, en un mundo perdido...
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