29 mayo 2025

El Circo


El viento pasaba cargado de sortilegios en ese tiempo.

Por las mañanas, mientras me tomaba un café con tostadas, me dispersaba contemplando la instalación de las estructuras del circo.

La familia circense regresaba todos los años en la misma época. 

A mi me gustaba contemplar, el grado de pasión que demostraba uno de los hombres encargados de armar la carpa.

Se diferenciaba de todos los demás por la devoción con que resolvía la incógnita de los ensambles de cada parte del rompecabezas.

Por el atardecer, lo veía sentarse bajo un olmo a pensar en quién sabe qué cosas.

Una vez, tuve que ir a llevar una carta dirigida al circo que habían dejado en el buzón de mi casa.  Al llegar, me quedé absorta, observándolo trabajar, hasta que se dio cuenta que lo estaba acechando y se volvió.  Me clavó una mirada clara y translúcida y me sonrió.  Tenía una sonrisa franca a la que seguro algún pintor le hubiera gustado detener en un lienzo…  Yo que yacía perturbada bajo el embrujo de esa bella imagen, le conté tímidamente la razón por la que había ido, y al escucharme, se deslizó velozmente del caño en el que estaba trepado.  Miró atentamente el sobre, se puso serio y me respondió  

-Es para mi. Gracias! -  

- No por nada -   le contesté, mientras me volvía en dirección a mi casa.

Durante el camino traté de responderme mil preguntas, entre ellas; -De donde procedería la carta?- - Porqué había cambiado tan abruptamente su humor?- _quién lo estaría reclamando?-…

Al día siguiente no lo vi.   Me enteré por mi hermano que lo frecuentaba seguido, que lo habían dejado faltar para que pudiera solucionar un problema familiar. 

Pasaron tres días hasta que regresó.  Estaba justo parado en la puerta de entrada de mi casa, porque venía a invitarnos a la primera función. 

Nos quedamos un rato mirándonos en silencio sin decirnos nada.  Entre nosotros, nada prosperaba, ni moría, solo estaba, permanecía.  

Desde que se fue, no pude hacer otra cosa que pensar en él.  Me había hechizado, así como en ese instante en el que estaba parado frente a mí, y no podía pronunciar palabra.

-Me gustaría que concurrieras con tus hermanos a la primera función.  Si Gracias ! -  Le respondí entusiasmada.

-Te voy a estar esperando - me dijo a la vez que se daba vuelta para emprender su regreso a su mundo iluminado.

  Al día siguiente, fuimos con mis hermanas a la función.  Había mucha gente a la entrada, y me pareció que iba a ser difícil encontrarlo, aunque de pronto lo vi y cuando nos descubrió nos saludó levantando su brazo y agitándolo contento en tanto venia hacia nuestro encuentro.

 – Vengan, pasen -   nos guío por la carpa, nos  acomodó  en un lugar estratégico y se fue, quedando en buscarnos al término de la inauguración.

Me gustó mucho el espectáculo.  Todos los años cambiaba.  Me quedé sorprendida cuando lo vi aparecer en el show de trapecio, porque, recordé que lo había visto años, atrás haciendo el mismo show con la misma chica.  Cuando terminó la gala vino a saludarnos y nos preguntó si queríamos ir a tomar algo al bar del gazebo.  Mis hermanas se disculparon aludiendo a sus compromiso, en cambio, yo acepté, y nos fuimos a sentar a una mesa que quedaba en la orilla.    El contagiaba una inmensa sensación de paz con su presencia.             

–Ahora me reconociste? -

 -Si recordé que te vi de chico volar por los aires con tu hermana-  

“-Me gusta cuando me observas.  Me haces sentir cuidado- Me dijo de repente. Nsupe que responderle, me daba vergüenza que se hubiera dado cuenta.

En cambio el, al verme desconcertada se largó a reír a carcajadas.  Era tan contagiosa su risa que me hizo reír a mi también de mi misma.  Luego, toda la conversación rondo sobre el tema del circo, y de la función, nada que pudiera aludir a su intimidad ni a la mía.  En un momento dado, me preguntó

  Te quedas conmigo esta noche? –   Lo miré, había un camino tan largo recorriendo la profundidad de sus ojos.  Unos pájaros atolondrados, levantaron vuelo hacia alguna parte.

 -No - le dije.  No podía entender lo que sentía, 

pero seguro tenía que ver con discrepancias, falta de acuerdos en los tiempos, y con las incoincidencias del destino.  Me acompañó a mi casa.  Ambos fuimos callados…Cuando llegamos , me preguntó.

 -¿Nos vemos mañana?-  En esto nuevamente se imponían discrepancias entre los hechos, que estaban en desacuerdo.  Mi tiempo y su tiempo, la incógnita y el silencio, una vida nómade y vagabunda, repleta de encuentros y desencuentros, en la que se acostumbraban las pérdidas… y una vida simple, sin censuras previas.  

- Si-    le dije. Hasta mañana-


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